«Frankenstein» de Mary Shelley

Título: Frankenstein o el moderno Prometeo.

Autora: Mary Shelley.

Editorial: Austral Singular.

Género/s: Ciencia ficción. Terror. Clásico.

Nº de páginas: 304.

Autoconclusivo.

 

 Sinopsis 

Aquel «verano húmedo y desapacible» de 1816 «me entretuve pensando una historia que consiguiera que el lector tuviera pavor a mirar a su alrededor, que le helara la sangre y que acelerara los latidos de su corazón», Mary Shelley en la introducción a la edición de 1831 sobre cómo se forjó Frankenstein.

 

 Opinión Personal 

Es curioso cómo la historia de Frankenstein ha ido deformándose hasta quedarse en el imaginario colectivo como ese doctor que ama y defiende a su criatura. Una visión demasiado optimista y que, desde luego, Mary Shelley evitó a toda costa.

La historia, como en mucho de los clásicos de la época, nos la cuentan a través de cartas. Al menos en un principio. La autora nos pone en contexto antes de presentarnos al personaje principal.

Frankenstein se aleja de todo lo que las películas nos muestran. Un hombre que se obsesiona con la vida y la muerte.  Pretende encontrar el secreto mejor guardado y más perseguido por los científicos, finge ser Dios. No podemos juzgarlo porque ¿acaso nosotros estamos libre de este pecado? Pero como bien dice el refrán: quien juega con fuego, acaba quemándose. Y el resultado de meses de estudio acaba en sentimientos de repulsión y de odio.

La creación de Frankenstein, como bien nos aclaran en la introducción, no tiene nombre. Siempre es criatura, demonio o monstruo y ya podemos hacernos una idea de por dónde va a acabar esta trama de tristeza, soledad y venganza. En un principio, creía que me identificaría más con el propio científico que con el monstruo, pero estaba muy equivocada.

Todos los humanos nos hemos sentido alguna vez como esa criatura deforme. Nadie le quiere, todos huyen de ella y la humanidad aplasta hasta el más pequeño brote de esperanza. Sus sentimientos bondadosos acaban convirtiéndose en odio y desprecio a toda persona que lo rechace sin conocerle.

Esta historia es casi como un Jekyll y Hyde, una lucha entre lo racional e irracional, pero la línea es tan difusa que no llegas a saber quién es el bueno en esta historia. Para mí está claro: no existen el bien y el mal. Al menos no en su estado puro. ¿Sería siendo un horrible demonio si no hubiera sido rechazada? ¿Y si Mary Shelley sintió que Dios, su propio creador, la abandonaba y la dejaba a su suerte, con todas las desgracia que eso conllevó?

Hay tantas moralejas que sacar de esta historia que sería incapaz de mencionarlas todas. Me ayudó mucho el ver la película Mary Shelley estrenada el año pasado y que nos narra la vida de esta autora atormentada. Empecé a leer desde otro punto de vista.

Es necesario resaltar el final de esta obra, el último monólogo. Me parece una auténtica maravilla.

Mary Shelley tenía 18 años cuando se atrevió a escribir la historia de Frankestein. Notamos ese toque juvenil en su pluma. No es un clásico que aburra ni se haga pesado. Es directo y sencillo. Tenía las ideas claras antes de escribir esta historia, sabía qué buscaba provocar en el espectador. Aunque ahora nos hemos inmunizado a las historias de terror de época, ésta tuvo que causar pavor en su tiempo.

 

Puntuación 

 

 Dato Curioso 

• Esta edición nos muestra la historia de Shelley tal y como la concibió y sin las correcciones oportunas que añadiría después su marido (se aclara en más de una ocasión que solo fueron correcciones que enriquecían la historia, pero no la cambiaban.